A vueltas con el fútbol y el dinero. Episodio mil
Menuda polvareda hay montada en Murcia. Para el que todavía no crea que el fútbol va más allá de lo meramente deportivo ahí tiene un botón de muestra bien grande. Con lamentos, decepciones, quejas, insultos, acusaciones, pero sobre todo, no olvidemos, con deudas, muchas deudas.
Los clubes españoles deben tres mil seiscientos millones de euros de los cuales cuatrocientos ochenta y dos pertenecen a deudas con Hacienda. Es curioso porque la Agencia Tributaria te persigue por cantidades irrisorias para los bolsillos del fútbol y,en cambio, ha dejado hacer con las cantidades astronómicas que se gastan entre los equipos del deporte esférico. Dicha deuda se ha reducido en los últimos años merced básicamente a un contexto de crisis económica que ha obligado a los organismos de recaudación del Estado a meter mano dura para aumentar ingresos. La Liga de Fútbol Profesional (L.F.P), junto con el Consejo Superior de Deportes, aprobó recientemente una modificación de sus estatutos sociales que incluía ratios de endeudamiento, de solvencia y liquidez, así como montantes de deuda que, cuestión importante, y por ir al grano: Primero, no los cumple el Real Murcia. Segundo, no los niega, ni su incumplimiento ni la existencia de dichos ratios y deuda. Cuando procedió a inscribirse en Segunda División, aportando incluso informes de auditoría externa, la L.F.P denegó su entrada y le impuso una sanción de ciento ochenta mil euros y el consabido descenso administrativo. El Club arrastra una deuda de catorce millones de euros (deudas más recargos), una barbaridad para un equipo de dicha categoría.
No es sencillo ahondar jurídicamente en todo lo que ha acontecido. El Auto dictado hoy por el Juzgado de lo Mercantil núm. 7 de Madrid sí deja al menos algunos detalles relevantes. El primero de ellos radica en la ilegalidad de los ratios financieros aplicados al Real Murcia para su expulsión del entorno de Competición profesional (con todo lo que ello conlleva: acceso al mercado económico generado por la competición, ingresos, imagen etc.), al ser aprobados los mismos por normas estatutarias internas, que no poseen rango legal alguno. E incluso deja una frase interesante cuando afirma que «ha buscado la Liga la pura y radical expulsión de un afiliado y de su descenso de categoría, potenciado exclusivamente la prevención general [-sirve lo decidido de advertencia y escarmiento a los demás] y su sentido punitivo». Lo que viene a decir en esencia es que le ha tocado al Real Murcia pagar los platos rotos, bien porque existen intereses ocultos en su contra, ahí no entro, o bien porque, como da a entender el Auto, le toca a los murcianos servir de cabeza de turco y advertencia para los demás. El toque de atención viene porque el Juzgado estima que los ratios (aprobados en norma sin rango legal) tienen la capacidad de excluir a un equipo de un entorno de mercado y libre competencia sí sujeto a otras disposiciones legales y por ello, a la legalidad ordinaria, añadiendo ciertamente que son dichos ratios y la deuda el único motivo que impide al Real Murcia ser miembro de pleno de la competición, cumpliendo en cambio todos y cada uno de los demás requisitos. Ojo, independientemente de lo dicho, la Justicia sí concede y reconoce a la L.F.P la potestad sancionadora de la que dispone por lo que estima que la sanción impuesta al Club de 180.303.83 euros para ser exactos, y su descenso administrativo sí son ajustados a Derecho por partir de normas legales. Por tanto, en lenguaje más coloquial, a la Justicia le chirría de forma alarmante la existencia de dichos ratios de solvencia y liquidez, por no tener cobertura normativa legal y por aprobarse recientemente y con efectos retroactivos lo que viene a suponer que los clubes no han tenido opción material de prevenirse y ajustarse el cinturón a tiempo. No obstante, como ya he dicho, sí reconoce la capacidad de la L.F.P para imponer sanciones (porque sí proceden de normativas de rango legal), especialmente cuando las mismas proceden por la existencia de deudas con el Estado (Esta sería la cuestión capital). Y en tal sentido se inhibe, estimando la competencia de los estamentos del fútbol para dirimir esas cuestiones, y dejando sin efecto la suspensión cautelar que existía sobre la medida aprobada en el anterior Auto en la que se obligaba expresamente a readmitir al Real Murcia. No obstante, recuerda que el proceso no ha terminado pues cabe recurso ante la Audiencia Provincial y, evidentemente, será interpuesto.
Dicho todo lo anterior, este asunto ha destapado viejas cuestiones que cada equis tiempo afloran en prensa y aficionados. ¿Pobre Murcia? Puede. A nadie le gusta que le quiten en los despachos lo que ha ganado en el terreno de juego pero… debe doce millones y medio de euros más recargos a Hacienda. ¿Es justo que el Real Murcia compita con una plantilla competitiva que no se puede permitir y le genera deudas frente a un club consciente de sus limitaciones financieras? La mayoría de los presidentes y entrenadores quieren tener al brasileño de turno en sus filas, y vender sus camisetas, y salir en las televisiones etc. Pero la realidad es que no todos se lo pueden permitir. La auténtica realidad es que Jesús Samper, presidente del Club y abanderado de esta cruzada contra la L.F.P es el primero que debería rendir cuentas de por qué debe esa ingente cantidad a Hacienda y asumir su mala gestión al respecto y admitir que sin deudas el equipo murciano no estaría en esta situación. Otros clubes en situaciones similares con los ratios de solvencia y liquidez, se pusieron las pilas, Racing de Santander y Real Zaragoza por ejemplo, e impidieron su exclusión.
Cuestión muy distinta sería comenzar a señalar con el dedo y entonar el clásico «y tú más», argumento pueril que en esta ocasión no estaría exento de cierta lógica pues como bien se ha comentado, el Real Murcia sólo debe catorce millones de los cuatrocientos ochenta y dos que deben los clubes en su conjunto. ¿Entonces? Buena pregunta. Si el equipo murciano se apellidase de otra manera, otro gallo cantaría. Eso seguro. Sirva de ejemplo, los doscientos treinta millones que debe el Valencia C.F. Cierto que son créditos bancarios y no deuda con el Estado, pero ¿y? Debe una cantidad inmensa de dinero fruto de su mala gestión, que ajustando la proporción al ejemplo de este post, ¿qué le diferencia del Real Murcia?. Es por cuestiones así por las que ellos y otros clubes defienden el sí a las restricciones y controles económicos pero no los que impone la L.F.P a la que acusan de «manipular para excluir competidores». Algo de razón tienen.
El problema final radica siempre en la perspectiva económico social que gira en torno al Equipo pero que no se integra objetivamente en él, como es la afición, instituciones de la propia Ciudad o su proyección hacia el exterior. Que por cierto, todo ello es dinero también. Que al final todo termina por pivotar sobre lo mismo. Y sin embargo es curioso que pocos aficionados han cuestionado hasta ahora la gestión de Samper al frente de la Entidad. Yo personalmente no soy fan de los miembros que se sientan en los sillones directivos de la L.F.P, empezando por su presidente, Javier Tebas, culpable entre otras cosas de la enorme desafección de los aficionados con sus horarios televisivos imposibles. No obstante, no son ellos los que han llevado al Murcia a una situación casi concursal (aunque jugando ahora en Segunda B…). Por tanto aquí los culpables son todos. Y por ello la justicia ordinaria, cierto que desciende al Club, pero también le mete un tirón de orejas a la Liga de Fútbol Profesional. Por algo será.
De momento lo que es seguro que al Real Murcia le espera el Logroñés este fin de semana en La Condomina como miembros ambos del Grupo I de Segunda División B. Por si acaso, la L.F.P ya ha consignado cuatro millones de euros por si la justicia le mete un último revés y le tuercen las cosas.
DAVID ABELLÁN FERNÁNDEZ