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El conflicto y motín del F.C Barcelona en el Hotel Hesperia

Minuto 85 de partido. Después de cuajar un partido bastante flojo, Terry Venables, técnico del F.C Barcelona, decide sustituir a Bernd Schuster poco antes de lo que parece ya una sorprendente prórroga segura. El alemán, con su típico temperamento teutón, ni mira atrás ni se queda a ver cómo su equipo pierde en penaltis una final de Copa de Europa a la que acudían como favoritos frente al menos conocido y finalmente triunfador Steaua de Bucarest.

El gesto es la gota que colma el vaso. Los dirigentes del Barça, con el presidente Josep Lluís Núñez a la cabeza, cansados de su actitud, acuden a los tribunales para rescindir el contrato con el alemán, que más tarde se demostraría que ya se encontraba cerrando su futuro fichaje por el Real Madrid. Como todo buen culebrón, la situación se enquistó y comenzaron a desfilar muchos de los protagonistas en los medios de prensa reivindicando sus distintas posturas. En uno de esos episodios, el abogado de Schuster, Jacint Soler Padró filtró al periódico La Vanguardia el contrato de imagen del jugador. Fuese cual fuese su intención, la cuestión es que desveló algo que venía existiendo en el mundo del fútbol desde principios de los ochenta pero que no había sido regulado y controlado todavía, y, lo que era más importante, no pasaba aún por las manos de Hacienda. A nadie se le había ocurrido pensar (o sí pero quizá no interesaba) que existían contratos de imagen, el Barça pionero en ello, que se convertían basicamente en remuneraciones extra a los jugadores (aparte de sus propios salarios) pero en los cuales no se especificaba qué porcentaje de retribución total se podía imputar como derechos de imagen, y por tanto, ahí el lío, tributar por ello.

La solución legal posterior de Hacienda consistió en fijar dicha retribución en un 15 por ciento del total, tributando a través del Impuesto de Sociedades a un 35 por ciento de dicha cantidad. Pero claro, para eso Hacienda tuvo que ponerse antes manos a la obra, y no sólo con el Barça sino con muchos más equipos implicados. Resultó que al no haber existido hasta la fecha porcentajes fijos, las cantidades eran opacas y no se declaraban a efectos tributarios. Se sucedieron actas, citaciones, nerviosismo, presión externa y una dura negociación con la directiva que provocaron un malestar en crecimiento en la plantilla. Imposibilitados de llegar a buen puerto con Núñez, entablaron conversaciones con Joan Gaspart que se convirtió en ese momento en el único nexo de unión entre directiva y jugadores. Para cuando ganaron la Copa del Rey frente a la Real Sociedad (estamos ya en marzo de 1988) las relaciones eran tan malas que Núñez ni apareció por los vestuarios y tampoco hubo celebración oficial con la excusa de que se estaban jugando la Liga (ganó el Real Madrid sin demasiados aprietos…).

A mediados de abril la situación derivó a insostenible. Por un lado, en lo deportivo, el Barça caminaba errático en Liga y había sido eliminado en Europa. El Camp Nou, recién ampliado, se quedaba cada vez más vacío. Luis Aragonés había tomado las riendas del equipo tras la destitución del inglés Venables y jugadores como Archibald y Mark Hughes se encontraban descartados. Pese a ello, en la memoria colectiva se sabía que Núñez, elecciones vista, tenía apalabrado a Johan Cruyff como entrenador de su futuro proyecto. A nivel contractual, en esas fechas el F.C Barcelona ya ha pactado con todas sus secciones satisfacer el nuevo impuesto a medias entre entidad y jugador pero los jugadores de la primera plantilla se han negado en rotundo. Es el elemento clave de la confrontación: se niegan a hacer frente a esos pagos a medias y, por tanto, se acumula una deuda creciente con Hacienda, por lo que el conflicto es inminente, agravado además cuando Núñez, en otra vuelta de rosca, desacredita públicamente todo pacto existente entre la plantilla y cualquier persona que no fuera él mismo.

No obstante, es el 28 de abril de 1988 cuando la situación descarrila de forma definitiva. El domingo anterior, Alexanco y Julio Alberto habían reservado para ese día un salón de banquetes en el Hotel Hesperia de Barcelona. Sin duda, han planeado algún evento multitudinario. En efecto, ese mismo día, media hora antes de comparecer ante los medios, la plantilla al completo del F.C Barcelona, incluido Luis Aragonés que hizo piña con los jugadores, y exceptuando la ausencia de Francisco López, recién operado, Gary Lineker con su Selección y Bernd Schuster por «motivos poco claros», se reúnen para redactar la nota de prensa que iban a hacer pública y que se muestra en el siguiente vídeo:

Los jugadores en masa piden la dimisión del presidente Núñez, aunque curiosamente en ningún momento se hace una alusión al problema real sobre el pago de los impuestos. La rueda de prensa se centra principalmente en el trato recibido por el Club hacia los jugadores y los engaños sufridos los meses previos. La nota final cerraba con un «recuperar un club serio que resuelva los problemas personales, profesionales y económicos que puedan plantearse». 

Como era de prever, las consecuencias y el revuelo son enormes. Para empezar, pocos días después se llevaron una pitada espectacular de un molesto Camp Nou que, para más inri, tuvo que presenciar el pasillo de sus jugadores al Real Madrid, ya campeón de Liga. A nivel de despachos, Núñez se hizo aún más inaccesible a los jugadores (muchos quisieron sin éxito disculparse) y se preparó el finiquito de buena parte de ellos. Tanto es así que Gerardo, Moratalla, Víctor Muñoz, Schuster, Urruti, Calderé, Clos, Covelo, Manolo Hierro, Pedraza, López López, Amarilla y Nayim van a la calle a final de temporada tras su no renovación. El caso de Luis Aragonés es más sangrante. Sólo dura seis días desde el motín y Cruyff aterriza en la Ciudad Condal para sustituirle. Con la precipitación han dejado por cierto en la estacada a Javier Clemente que estaba ya apalabrado. Alexanco, portavoz de la rueda de prensa, sorprendentemente, y protegido por el holandés (primer pulso a la directiva de los muchos que echará en ocho años) se mantiene en el equipo al que llegan además caras conocidas como Jose Mari Bakero, Julio Salinas, Ernesto Valverde o Txiki Begiristáin.

Total. Curiosamente, uno de los momentos más graves a nivel institucional de la historia azulgrana dio pie a una de sus épocas más gloriosas con el consabido Dream Team de Johan Cruyff que tardó en convencer pero que cuando lo hizo se convirtió en uno de los entrenadores más exitosos del Barça en toda su historia. La «rebelión» se sofocó y pronto se entendió la gravedad de usar a los jugadores como arma arrojadiza contra la propia Entidad. En cierto modo, le vino bien al F.C Barcelona que reordenó su estructura interna con un ambiente más profesional acorde a los nuevos tiempos y cuyas lineas principales continúan hoy en día.

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DAVID ABELLÁN FERNÁNDEZ

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