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Y Brian O´Driscoll cerró el círculo y dijo adiós al XV del Trébol

 

En Irlanda todavía resuenan los ecos del Día de San Patricio, festividad clave donde las haya y santo patrón del País, nada más y nada menos. Pero nadie negará que detrás de todo ello, detrás de los desfiles de interminables personas vestidas de verde y de las pintas de cerveza que no se agotan nunca, subyace esta vez una idea oval, una idea en forma de melón (verde, vaya). No sólo es noticia en la isla del Trébol la celebración del aniversario de la muerte de Patricio de Irlanda sino también el colofón final a la carrera internacional de uno de esos jugadores que hacen que te guste este deporte y que te recuerde que en el rugby no sólo se placa y se tumban jugadores sino que también hay lugar a la poesía.

Brian O´Driscoll dijo adiós este domingo a la camiseta verde de la Selección irlandesa. Y lo hizo como sólo él sabe, de manera memorable llevando a su equipo a la victoria, comandando un grupo duro que lucha cada ruck, cada agrupamiento como si no hubiese un mañana. Gracias a ellos, Francia, el XV del Gallo, que jugaba ante su gente sin ya jugarse nada, algo ya demasiado habitual para ellos, hincaron la rodilla por sólo dos puntos de diferencia, pero dos puntos al fin y al cabo que valen un Seis Naciones, verde en esta ocasión, y máxima aspiración de cualquier jugador europeo tras el Mundial.

La victoria fue casi completa, se escapó el Grand Slam en Londres semanas antes pero tampoco hizo falta. BOD, juego de palabras con su nombre y apellidos, pudo marcharse dejando el listón en lo más alto. Además quiso el azar que fuese en Francia, en Saint Dennis donde el círculo se cerrase. Había conseguido debutar con tan sólo veinte años frente a Australia un lejano 12 de junio de 1999, lo cual ya era digno de mención. Pero lo que le hizo grande y mostró al mundo sus cualidades reales vino poco después, en el año 2000 cuando él sólo, en una actuación magistral, anotó tres ensayos a, vaya, Francia en Saint Dennis, y llevó a su equipo a la victoria rompiendo Irlanda una racha de veintiocho años sin ganar en terreno francés. Y fue en esas circunstancias cuando la prensa y aficionados irlandeses acuñaron uno de los mejores eslogan que circulan por el mundo del rugby: «In BOD we trust».

Y catorce años después de aquello y…catorce años de nuevo sin vencer en París, el luminoso volvió a mostrar un marcador favorable a los irlandeses. Y como no podía ser de otra manera, O´Driscoll dejó el terreno de juego como el jugador que es y siempre ha sido, con calma y una amplia sonrisa de agradecimiento de esas que dicen: gracias por vuestro reconocimiento pero gracias por vuestro apoyo también. Un hombre de equipo como la copa de un pino que escenifica magníficamente el bloque, el colectivo que es el rugby sobre la individualidad.

Lo que realmente sorprende es verle a sus treinta y cinco años al nivel físico en el que se encuentra, sobretodo si acudimos a su larga lista de visitas a la enfermería, signo evidente de su compromiso constante en el terreno de juego. No en vano no pudo disputar el Seis Naciones de hace años y estuvo a un suspiro de perderse el Mundial en 2007. Pero hubo suerte, llegó. Y ahora resta hacer el debido reconocimiento a este jugador al que todavía gritan tímidamente desde las gradas: «One more year!» . No será así, se lo prometió a su mujer, que cuidaría de su hija de un año ahora más que nunca.

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Fuera de la Selección, le resta cerrar su magnífica trayectoria en Leinster donde acumula un notable palmarés incluidas tres Heineken Cup (La Champions del rugby) y ya quedó tristemente cerrada su trayectoria con los Lions, combinado de jugadores de las Islas Británicas e Irlanda, cuando en su última gira, el seleccionador Warren Gatland decidió «homenajearle» dejando a BOD en la grada en el último partido. Bonito gesto que a buen seguro todavía le escuece y no sin razón. Pero salvo por eso, deja la Selección irlandesa uno de los mejores jugadores de su historia (si no el mejor, cuestión de gustos) con 133 caps a sus espaldas, casi todas ellas con el eterno dorsal 13 a la espalda que, eso sí, le acredita sin duda como el segundo mejor centro de la historia del rugby moderno.

Y poco más que decir, los irlandeses llevan quince años clamando sin cesar: «In BOD we trust». Yo personalmente diré en todo caso que, gracias O´Driscoll por hacer el rugby un pequeño peldaño más alto. Estoy convencido de que en su tierra, San Patricio fue un día menos alegre para muchos.

«Es raro, nunca supe qué me fallaría antes, si el cuerpo o la cabeza. Por cabeza me refiero  a la pasión por el rugby…. Y eso, desde luego, sigue estando ahí. El cuerpo no responde ya como solía, aunque aún me he arreglado para jugar a nivel internacional y de club. Pero sé que éste es un juego exigente, en muchos aspectos; lo sé lo suficientemente bien como para dejarlo al final de esta temporada“

DAVID ABELLÁN FERNÁNDEZ

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